No se muy bien qué ni de qué quiero escribir, pero siento que me apetece.
Llevo una época bastante movida para lo que normalmente es mi vida londinense. Desde semana santa prácticamente no he parado de recibir o hacer visitas. Esto de vivir fuera tiene sus mecanismos, me voy dando cuenta. Por ejemplo, la gente viene a verte y pasas días de intensidad con ellos. A veces toda tu vida se para, inevitablemente. Además como estoy sin curro pues aun más porque no hay nada que no pueda posponer. Y de golpe se van y es como si recuperarás tu vida, pero a la vez les echas de menos. Gente con la que igual nunca has pasado más de 4 horas seguidas de golpe viven contigo, desayunan contigo, te hablan de cosas que nunca te habían dicho. Es bonito, aunque a veces sea un palo. Cuando me acababa de mudar me vinieron muy bien las visitas. No tenía casi ningún amigo y vivía sola en un piso, así que cada visita era una inyección de energía, de vida. Salía de mis pensamientos y rutina por un rato y comprobaba que seguía siendo yo y que la gente me seguía queriéndome pese a haberme fugado de Barcelona. Barcelona... ay mami qué será lo que tiene Barcelona... amor y odio y, por el momento, un montón de estrés. Espero que algún día se me pase, se que el problema es mío, que si me agobio en barna es por algo que tengo ahí, entremetido, entrelazado, y tarde o temprano tendré que diseccionarlo. Pero de momento estoy bien con mi vida tranquila, mi casa victoriana, mi barrio de bolleras, familias progres y turcos. Me gustan los autobuses de dos pisos y cómo suena el inglés con acento africano. Me gusta que nadie me mire por la calle y que a nadie le importe una mierda cómo voy o no voy vestida. Me gusta que pase un día entero sin que suene el teléfono; sabiendo que yo tengo a quién llamar si lo necesito. Me gusta haber tenido un jefe pakistaní programador web que me hablaba de su tierra y de cómo pillaban kilos de costo en la frontera con Afganistán cuando era estudiante. Me gusta haber trabajado repartiendo flyers con Akudo, una chica nigeriana con serios problemas para contener sus ganas de mear, que me contó el montón de lenguas que hay en su país y yo las que había en el mío. Creo que de todas las muchas cosas que tiene Londres y que valen la pena, la que más me gusta es esta, la de conocer a gente de todos lados. Qué equivocados están los catalanitos encerrados en su pueblo... creyendo que son lo únicos en el mundo que han sido oprimidos, creyendo que son los únicos que tienen una cultura propia que reivindicar. En fin, no seguiré por este lado.
Al final el post me ha quedado un poco raro, empecé por la visitas y terminé por los catalanistas... Dentro de poco bajo a Barcelona a pasar un largo periodo, a ver si no pierdo cuatro kilos como siempre. Aunque voy a estar bien alimentada...
Llevo una época bastante movida para lo que normalmente es mi vida londinense. Desde semana santa prácticamente no he parado de recibir o hacer visitas. Esto de vivir fuera tiene sus mecanismos, me voy dando cuenta. Por ejemplo, la gente viene a verte y pasas días de intensidad con ellos. A veces toda tu vida se para, inevitablemente. Además como estoy sin curro pues aun más porque no hay nada que no pueda posponer. Y de golpe se van y es como si recuperarás tu vida, pero a la vez les echas de menos. Gente con la que igual nunca has pasado más de 4 horas seguidas de golpe viven contigo, desayunan contigo, te hablan de cosas que nunca te habían dicho. Es bonito, aunque a veces sea un palo. Cuando me acababa de mudar me vinieron muy bien las visitas. No tenía casi ningún amigo y vivía sola en un piso, así que cada visita era una inyección de energía, de vida. Salía de mis pensamientos y rutina por un rato y comprobaba que seguía siendo yo y que la gente me seguía queriéndome pese a haberme fugado de Barcelona. Barcelona... ay mami qué será lo que tiene Barcelona... amor y odio y, por el momento, un montón de estrés. Espero que algún día se me pase, se que el problema es mío, que si me agobio en barna es por algo que tengo ahí, entremetido, entrelazado, y tarde o temprano tendré que diseccionarlo. Pero de momento estoy bien con mi vida tranquila, mi casa victoriana, mi barrio de bolleras, familias progres y turcos. Me gustan los autobuses de dos pisos y cómo suena el inglés con acento africano. Me gusta que nadie me mire por la calle y que a nadie le importe una mierda cómo voy o no voy vestida. Me gusta que pase un día entero sin que suene el teléfono; sabiendo que yo tengo a quién llamar si lo necesito. Me gusta haber tenido un jefe pakistaní programador web que me hablaba de su tierra y de cómo pillaban kilos de costo en la frontera con Afganistán cuando era estudiante. Me gusta haber trabajado repartiendo flyers con Akudo, una chica nigeriana con serios problemas para contener sus ganas de mear, que me contó el montón de lenguas que hay en su país y yo las que había en el mío. Creo que de todas las muchas cosas que tiene Londres y que valen la pena, la que más me gusta es esta, la de conocer a gente de todos lados. Qué equivocados están los catalanitos encerrados en su pueblo... creyendo que son lo únicos en el mundo que han sido oprimidos, creyendo que son los únicos que tienen una cultura propia que reivindicar. En fin, no seguiré por este lado.
Al final el post me ha quedado un poco raro, empecé por la visitas y terminé por los catalanistas... Dentro de poco bajo a Barcelona a pasar un largo periodo, a ver si no pierdo cuatro kilos como siempre. Aunque voy a estar bien alimentada...
que cosas bonitas dices lolita
ResponderEliminarme gusta como describes tus experiencias...
y si, vas a estar muy bien alimentada!
un beso
M
gracias mari. a mi también me gustan tus textos con acento portugués.
ResponderEliminarLo.
Nena! Si et dic la veritat a mi també em fa pànic tornar a Barna. Viure a fora sempre es una experencia, sigui Londres, Berlín o Costa Rica. Crec que el problema que tenim (o almenys jo tinc) amb Barcelona és que es la nostra ciutat i, per això, sempre tenim obligacions i a més tenim l'estúpida pressió que, com que és la nostra ciutat, sempre hem de fer alguna cosa, anar a visitar a no sé qui, treballar mil hores, estar amb la família (a la que m'estimo molt i estic a gust amb ella, però que avegades per l'estat d'ànim d'un acaba sent una obligació). I així es com jo veig Barna, la ciutat de les obligacions que sempre et diu que has de fer tal cosa o tal altre. Mentre aquí, pot ser no sona el teléfon, però sempre tinc la llibertat de fer el que vull i quan em ve de gust!
ResponderEliminarBesus.
Que sàpigues que, de totes formes, em fas molta enveja pensant que en uns dies estaràs caminant per les Rambles, pel gòtic o per qualsevol racó mágic de la meva estimada ciutat, en la que en un futur espero assentar-me, però un futur llunyà. Encara em queda massa món per recórrer.