Al menos a mi.
El lunes pasado era la cita mensual de Kino. Yo acababa de llegar de las vacaciones y tenía ganas de ir por el ambientillo que hay y por ver a Jamie, el colega que lo organiza. Helena se levantó medio mala así que no sabía si se encontraría óptima para ir al screening y a mi me daba un poco de pereza ir sola; aunque conozca gente allí para mi siempre es mejor ir con alguien. Total, yo desayuné y me marché a hacer un montón de colas diversas: primero JobCenter para que me sellen un papel, luego PostOffice para que me hagan el carnet oficial de White Trash (sí, ya soy basura blanca, como la llaman aquí: chupo del bote del gobierno y el transporte público me sale 50% más barato, yuhu!!), luego el super, el mercado... Y en una de esas colas recibo un mensaje de Vanessa diciendo que está pensando en ir a Kino, que si voy podríamos ir juntas. Vanessa es un chica finlandesa que conocí el invierno pasado porque estaba preparando su proyecto final de fotografía y un compañero de clase suyo y amigo mío pensó que quizá yo podía ayudarla. Al final acabó haciendo el proyecto sobre algo totalmente distinto pero nosotras conectamos muy bien. Algunas pocas veces, conoces a alguien y enseguida te sientes cómoda con esa persona (a mi al menos me pasa pocas veces), y con Vanessa me pasó. A pesar de que no la conocía de nada, no me sentía nerviosa ni incómoda y me dieron muchas ganas de ser amiga suya.
Pero la cosa quedó ahí porque después yo me marche dos meses a Barcelona y luego ella estaba con su proyecto y bal bla bla hasta que coincidimos en la inauguración de la expo del mencionado amigo en común. Y quedamos para ir a otra expo y luego nos encontramos de casualidad en una fiesta... Bueno total, hablo con ella por última vez desde Portugal, por el chat, y me dice que está en Finlandia y que va a hacer un proyecto fotográfico de intercambio de vidas con dos chicas más. Una de ellas volará a Londres y “vivirá su vida” durante una semana y ella tendrá que hacer lo propio en Helsinki. Total, que cuando veo el mensaje suyo sobre Kino pienso ¿no estaba en Helsinki? ¿Y si es la sustituta...? no, no creo, habrá vuelto ya”. Y quedo con ella para tomar algo antes de Kino. Evidentemente, cuando llego al punto de reunión Vanessa no está y en su lugar aparece una chica altísima con un pelo rubísimo a lo androide de Blade Runner. ¡Tierra trágame! Pero me lo tomo bien, sabía que podía pasar eso, y ella no hace nada más que disculparse por haberme engañado. Así que damos una vuelta, nos metemos en un pub, me explica que es su primer día en la vida de Vanessa y que no sabe muy bien cómo hacerlo, que no conoce Londres, que se siente fatal por engañar a la gente. Me apiado de su alma y la adopto por una tarde. Le presento a gente, le explico como van los autobuses y ella me cuenta un poco de su vida. Ha estudiado bellas artes y fotografía, pero últimamente siente que quiere hacer films y se ha comprado una cámara de vídeo de gama media. Durante la tarde y noche, saca varias veces la cámara para grabar algunos momentos. Siempre muy educada, muy nórdica, me pide permiso antes e intenta que no se me vea mucho para no violentarme. Al despedirnos, me dice que le gustaría mucho ver mi trabajo si a mi no me importa. Siempre me sorprende que la gente me tome tan en serio y me digan cosas así. Yo me río y le digo que claro, que se pase por casa a finales de semana y le enseño el corto que estoy montando, que será un placer. A veces tengo la sensación de que, especialmente en mujeres heterosexuales, causo un efecto que aun no he averiguado qué es exactamente. Parece que me toman muy en serio, me preguntan la opinión sobre las cosas, me explican sus dudas... ¡cómo si yo supiera algo! A veces me pregunto qué imagen debo dar hacia el exterior, ¿es que nadie se da cuenta de que soy una bala perdida más?
En fin, cuando llegué a casa y le conté a Helena que había pasado la tarde con una desconocida, que además vendría a casa, etc. pensé “esto sólo me pasa en Londres y lo echaré mucho de menos”.
Ayer finalmente vino. Pasamos la tarde hablando, le enseñé algún corto, me enseñó algunas fotos suyas que había en internet, comimos cheesecake y tomamos café. Me dijo que mi último corto, el que rodé en barcelona hace unos meses, funciona y que hasta que no se le ven las tetas a María ella estaba 70% convencida de que era un tío.
Nos despedimos con un poco de pena porque no sabemos si nos volveremos a ver.
Quién sabe, como me dijo mi amigo Pere al poco de mudarme a la ciudad: “esto es Londres, la gente va y viene y tienes que acostumbrarte a que entren y salgan de tu vida, a veces cuesta pero es así”. En realidad también tiene su parte bonita.
Foto 2: Toiset Kengät- Other Shoes Project
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