viernes, 9 de julio de 2010


Hace un calor infernal.
Limpio y ordeno mi habitación interior con vistas a la escalera. Hago cambios, voy lo más desnuda que puedo.
Meto la ropa de invierno en maletas; pongo lavadoras.
El sudor aparece por todo mi cuerpo en forma de minúsculas gotas enganchadas a mi piel, a mis poros, a los pequeños pelos que se me erizan de vez en cuando. La camiseta se me pega a la espalda y sudo en pico, como en las películas. Barcelona es así, el aire es denso y apenas corre en mi habitación.

Pero luego vendrá la noche, la leve brisa; la vida.
Pero luego vendrá la calma y las risas y los llantos y las terrazas y la moto y el no te vayas.

Empiezo a despedirme, poco a poco. Ya estoy curtida, pero siempre da un poco de pena.
Y en realidad me alegra quedarme en Barcelona en agosto, con su insoportable todo.

Como en los viejos tiempos.


2 comentarios:

  1. Te vas hiendo como se irá el calor y el sudor de mi escote con la brisa nocturna. Te irás y se iran yendo pedazos de mi vida, de mi sed, de mi locura. No hay manera de curarse del dolor de la amputación.
    Será más o menos una bocanada de aire ardiente, como cuando sales del mundo "aire-acondcionado" y t metes en la realidad: un puñetazo duro, te iras y luego nos la montaremos para que echarnos de menos no nos eche penas encima, que sea una manera de saber que en otro cielo te da la luz que nos dariamos si nos miraramos a los ojos.
    Aun no te has ido y ya temo extrañarte.
    Pero esta vez hemos estado, de verdad. Nos hemos hecho fuertes y hemos decidido que ya esta decidido: el congosto no era solo en agosto, era para siempre, un "estdo mental". Tequiero, zorra.

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  2. el congosto es lo único que llevo tatuado, pero en un lugar donde no lo ve nadie más que tu y yo.
    Bienvenido a la Zona.

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