El sábado después de currar fui a una fiesta. Más bien pasé por una fiesta porque no creo que estuviera más de 40 minutos. Pero eso sí, fueron 40 minutos memorables.
Debían ser alrededor de la una cuando llegué. Eso es bastante tarde en este país pero la fiesta aun estaba animada. Era en una casa, la de AJ. Las muchas chicas habitantes de esta casa victoriana de 4 pisos daban una fiesta benéfica y temática: oro, plata y negro. Y quien quiera que de unos pounds para la causa (que no llegué a saber cuál era).
Total, llego yo toda serena del curro y me abre la puerta Esther: mallas doradas, top a lo Barbarella (también dorado) y purpurina en el pecho. Awsome. Me dice que pase, está un poco exaltada. Esta mejicana trabajadora en un centro budista y muy interesada en el cine no deja de sorprenderme. Me conduce hasta la pista de baile, donde veo a su novia Trish: casi mismo modelito pero en plateado. Ahora lo entiendo todo. Saludo. Me presentan a un tía con un ojo muy maquillado a lo David Bowie que grita y tiene un acento que no entiendo bien. Ella también es filmmaker. Hacemos bromas sobre lo mal que nos caemos entre nosotros, los filmmakers. Veo a AJ de lejos, me acerco por la espalda, se gira y me abraza. Me encantan sus abrazos.
AJ es la perfecta anfitriona: enseguida me dice que qué quiero tomar y me conduce mágicamente entre la gente por las habitaciones. Me da vino tinto Castillejo No Se Qué y en la cocina, como quien no quiere la cosa, me presenta a dos tías y les dice “she’s Lola, she’s a filmmaker from barcelona”, ellas responden uuhhh!!! a la vez mientras yo río y sigo a AJ hacia el salón. Allí me enseña la comida que queda, toda ultravegana que ha preparado ella, of course. Alguien le toca por el hombro y yo me retiro en busca del baño, con mi copa de vino español.
Camino al baño encuentro a una mujer que parece perdida. Me pregunta si se dónde está el baño. Se lo muestro. Está ocupado así que esperamos. Me pregunta si yo también soy una de las chefs veganas. Le digo que no, que para nada, que no soy ni vegetariana. Ella dice que la fiesta está llena de chefs veganos y yo la creo, acabo de llegar. Nos reímos un poco y aparece otra de las habitantes de la casa (la nueva que no se cómo se llama y que no parece pegar ni con cola allí). Se para a saludarme y me dice que la peli del otro día Esther le ha dicho que era muy interesante pero dura de ver. El jueves vimos Salò en nuestra primera cita del Cine Club en esa misma casa. Le digo que sí y que dejé la peli así que si quiere puede verla. Me dice que no sabe y yo la animo a que lo intente. Siempre la puede quitar si no le está gustando, le digo. Me toca en el baño. Por el momento estoy que me salgo con el inglés a ver si no me entra el bloqueo. Me quito una de mis tres capas de ropa y salgo. No conozco a casi nadie así que me acerco a picar algo. AJ está junto a la mesa rodeada de
butches bajitas que escuchan fascinadas sus explicaciones culinarias. Me cruzo con la del lavabo, me dice “see? Is all full”, nos reímos pero sigo mi camino. Veo un lugar en un sofá y voy a por él. Es hora de hacerse un porro. A mi izquierda una chica aparentemente cansada y, en mi recuerdo, pelirroja. A mi derecha una mesa improvisada para la DJ, que está encantada con el público. Delante mío los bailantes. La chica de la izquierda me saluda enseguida con un “hi” y un movimiento de mentón. Empezamos a hablar, no recuerdo bien ni cómo ni de qué. Cosas como y tu a quien conoces? Ah, acabas de llegar? Antes había mucha más gente... Me pregunta si soy francesa, cosa que me hace mucha gracia. “No, Spanish, from Barcelona”. God, a la gente le encanta Barcelona, es increíble. Le pregunto a ella: Scotish. Pienso que la entiendo muy bien para ser escocesa y a pesar del bafle junto a mi oreja. Me sigo haciendo el peta, una tía se sienta al lado de las escocesa. Hablan. No me da la sensación de que se conozcan mucho así que interpreto que se han conocido en la fiesta, aunque no le doy muchas vueltas. Al poco esta tía “nueva” me dice que si can she get me a drink? No, thanks (le enseño la copa) I still have some. A esta sí me cuesta entenderla. Se mueve rápido, como nerviosa. Pero como son la una y pico pienso que estará borracha o algo. La chica de mi lado se ríe y me dice “she’s German”, dando por supuesto que lo explica todo. Sonrío, me lo estoy pasando bien. “That smells good”, me dice de nuevo. Sí, mi costo huele muy bien. Noto que se muere de ganas de probarlo. Me dice que saldrá conmigo cuando vaya a fumar, que está esperando la llamada de un taxi. Fine. Salimos al patio porque evidentemente en la casa no se puede fumar. Nadie tiene fuego y mi mechero dorado, que he traído ex profeso, no funciona. Lo enciendo con la vela. La escocesa (que ha sido incauta y ha salido en manga corta con lo que se está jodiendo de frío) me cuenta que cuando tenía unos doce años fue con sus padres a Barcelona y después de un largo día de turisteo fueron a visitar la casa de Gaudí (“have you been there?/No/Oh..”) y que ella estaba tan cansada que vio la cama del maestro arquitecto y se tumbó en ella hacer una siesta y como en aquella época aun no había cámaras de vigilancia y tal pues se quedó un rato. Le digo que si algún día voy allí me acordaré de ella. Le paso el porro. Casi se ahoga, pero con estilo. Vamos dentro. Me las arreglo para escabullirme: demasiado rato con la misma persona. Me parece maja pero hasta aquí. Doy un par de vueltas más, me encuentro a AJ en la cocina y me presenta a otra mujer, una montadora con pinta de estar bien situada. Sin pensarlo le pregunto dónde puedo conseguir trabajo. La mujer parece descolocada, veo que se agobia un poco pero que realmente está haciendo un esfuerzo por ayudarme. Le digo que don’t worry (soy consciente de que he sido un poco agresiva) y quedamos que ya le mandará a AJ un mail para que me lo pase. Sí, seguro... pero la intención es buena. Mucha gente se está marchando y yo voy muy fumada con lo que mi nivel de inglés ha bajado drásticamente, así que decido irme. Sólo quería hacer acto de presencia porque llevan semanas hablando de la fiesta y total vivimos a diez minutos.
Cojo mis cosas, me despido de AJ, salgo al pasillo y me encuentro a Esther sentada en un taburete y envuelta en una bolsa de basura negra, el pelo mojado. La del ojo a lo Bowie frente a ella, tijera en mano ¿¿Le va acortar el pelo?? En efecto. Le digo que mañana se acordará de esto y saco una foto (por si no). En ese momento vuelvo a encontrarme a la escocesa pelirojiza que también se está poniendo a chaqueta. El pasillo es un lugar muy estrecho y estamos todas como amontonadas. Me dice it was nice to meet you, está intentando despedirse, y yo le pregunto que cómo se llama: Claire. Le doy la mano, como hacen aquí y como si nos acabáramos de conocer: Lola. Me intento despedir de Esther, su novia y la peluquera-fimmaker, que entonces me confiesa que ya nos conocíamos y yo, que soy incapaz de recordar hasta mi propia edad, quedo fatal. Y entre medio de todo el barullo y mi fumada y el inglés a gritos me tropiezo con la alemana que también se está marchando y que resulta que es pack con la escocesa, le digo bye y así como quien no quiere la cosa me dice que si me quiero ir con ellas. Primero no lo pillo y pienso que me ofrece acercarme a algún lado. Le digo que no thanks y hago un gesto de irme. Y entonces veo y oigo que le dice a Claire “I told you...”, casi satisfecha.
Salgo. En los 4 segundos siguientes sí pillo lo que me decía. Además su acompañante ya sabía que vivo al lado. Y así, en un momento de confusión y colocón, con el frío en la cara, me doy cuenta de que me acaban de proponer algo que siempre había querido que me propusieran. Una pena que no me levantaran el más mínimo interés. De todos modos no dejo de sentirme perpleja por los acontecimientos. Sólo habré hablado (con una de ellas) 15 minutos a lo sumo. No he estado en la fiesta en toda la noche, no sabe prácticamente nada de mi (y yo de ella menos), no tiene ninguna pinta de folladora y casi ni de bollera. Me parecería muy extraño meterme en un taxi con una pareja en tales circunstancias ¿y si de golpe me quiero ir?. Me pregunto qué habría hecho si me hubieran atraído físicamente (la alemana no estaba mal, la verdad), ¿me habría marchado con ellas? ¿O lo habría dejado en un simple subidón de autoestima? Seguro que me habría puesto nerviosa y habría perdido la soltura, matando todo interés por mi.
Pero este suceso me da que pensar. Toda la vida deseando que alguien me proponga algo así y ahora no se si sería capaz de hacerlo. Bueno, en realidad supongo que todo depende de la conexión. Si hay conexión, aunque hayas hablado 5 minutos, la cosa cambia.
Aquí lo dejo. A ver si algún día (cuando haya conexión) puedo seguir divagando sobre el tema.
No te dediqué la noche, Claire, pero te dedico un post.